Después de toda una década olvidado en un cajón, sin acabar, porque siempre hay unos cuantos factores para que causen esta dejaded como es la falta de tiempo, de ganas y porque la vista ya no era la misma de la de antes...se dejó guardado, con la última aguja aún enhebrada y justo cuando faltaba la mitad.
Es tal belleza la este trabajo, que no merecía seguir ocupando ese lugar arrinconado, que solo veía la luz cuando lo mostrábamos a alguien para guardarlo con pena una vez más.
La fuerza para arrancar esas ganas de continuar ha sido mi nueva sala de costura, el tema de esta labor no podía adornar en mejor lugar que éste, mi rincón costuril.
A ese arranque le acompañamos de tiempo...una pequeña intervención quirúrgica de la que necesitaba un mes de reposo relativo.
...Y a la vista, le pusimos unas gafas y una lupa de costura.
Con esto ya tenía lo necesario para empezar , ademas estaba todo tal cual en una gran caja, sus hilos clasificados, sus anotaciones, varias agujas, el bastidor...
La dosis de amor y mimo venían cada día y acompañados de humor, por supuesto también necesario para el reto de acabarlo.
Sin duda me traslada en el tiempo, cuando mi bisabuela Faustina, a la que afortunadamente conocí hasta mis dieciséis años,en sus tiempos hacía patchwork, se hacía por necesidad, con trozos de ropa vieja. Siempre la veía cosiendo, hasta sus noventa y tantos años, y sin gafas. Por supuesto su hija, osea, mi abuela Ana cosía muy bien, era modista y madre de nueve hijos, la segunda de ellos,
mi madre.
Desde aquí les hago un pequeño homenaje a mis lindas abuelitas
La nietecilla muy linda con su vestidito y mandil, sus trenzas tan simpáticas...que a mi marido le llevaban por la calle de amargura, con tanto cambio de color y medios puntos.
Esos gatitos juguetones, saltando entre hilos y durmiendo perezosos entre la cálida manta.
Nombre y fecha, tan solo se ha puesto en la que se ha acabado. Este trabajo lo empezó en el año 2000.
Fue amor a primera vista cuando vio el gráfico en la tienda, aún está marcado el precio, 575 pesetas.
Todavía no había conocido yo la pasión por el patchwork, ahora que lo conozco y comparto, este cuadro tiene para mí un mérito y un significado enorme.
Aquí en plena labor, avanzando esa otra mitad que faltaba.
Los días que íbamos al campo se entretenía con su costura, a la sombra y de vez en cuando se sumergía en la piscina para refrescarse y seguir haciendo cruces.
En el patio de casa o en el jardín es donde más avanzaba su labor, con luz natural, desde por la mañana hasta que se ponía el sol.
Y por fin lo terminó. Para mi fue una gran emoción verlo acabado, muchas palabras que todas quedan para mi marido. Estoy muy orgullosa de ti Rafa, también lo estará tu madre, que no lo vio acabado, pero seguro que estará aplaudiendo tu obra de arte.
Hoy luce como el sol en mi cuarto de costura,
Gracias mi amor
Que esta historia os haya gustado.